El amor incondicional de una madre
Isaías 49:15 hace alusión al amor incondicional de una madre. Aunque en el mundo existen casos minoritarios donde madres olvidan a sus hijos, y viceversa, en la mayoría de los casos, el amor de una madre trasciende sus errores y defectos. Una madre nunca olvida a su hijo, aquel ser que durante nueve meses le provocó dolores y patadas en el vientre. Siempre lo recordará y lo cuidará.
Hoy vamos a hablar sobre el primer ejemplo de madre en el nuevo testamento: María, la madre terrenal de Jesús. Según Lucas 1:26-38, Lucas, con meticulosa atención, investiga los acontecimientos del nacimiento de Jesús, un tema que solo él y Mateo abordan en detalle. María, cuyo nombre significa «la elegida por Dios», no provenía de la aristocracia; era una persona común y sencilla, seleccionada por Dios para un propósito glorioso.
Dios eligió a María como el vehículo a través del cual el Salvador llegaría a este mundo. A pesar de que la llegada de este privilegio fue repentina y sin anuncios previos, la familia de José y María, temerosos de Dios, esperaban al Mesías, aunque nunca imaginaron que vendría a través de María, cumpliendo así la profecía de Isaías sobre el nacimiento virginal del Salvador.
Dios envió al ángel Gabriel a María, buscando una mujer dispuesta y temerosa de Dios para llevar a cabo su propósito. María aceptó obedientemente, diciendo al ángel: «Hágase conmigo según tu palabra» (Lucas 1:38).
Jesús nació sin la intervención de José, siendo María aún virgen. Su prima Elizabeth, aunque avanzada en edad y previamente estéril, también fue parte de este milagro divino, concibiendo a Juan, quien prepararía el camino para Jesús.
José, un hombre justo, inicialmente dudó de la concepción divina, pero un ángel lo convenció de aceptar a María, asegurándole que lo concebido en ella era obra del Espíritu Santo.
El rol de mujeres como María y Elizabeth fue crucial para la historia de la salvación. El Nuevo Testamento destaca la importancia de las mujeres, quienes incluso fueron las primeras en anunciar la resurrección de Cristo.
Otra madre destacada en la Biblia es Betsabé, madre de Salomón. A pesar de las circunstancias difíciles alrededor de su relación con el rey David, Betsabé fue instrumental para el nacimiento de Salomón, el hombre más sabio de todos los tiempos.
Lucas 1:39-41 relata el encuentro glorioso entre María y Elizabeth, un momento lleno del Espíritu Santo, destacando el papel vital de las mujeres en los eventos bíblicos y espirituales.
Ya hemos reflexionado sobre tres mujeres extraordinarias de la Biblia: María, Elizabeth y la madre de Salomón, Betsabé. Sin embargo, hay otra historia profundamente conmovedora en 2 Samuel 21-8, que destaca a una madre que personifica el amor incondicional y sacrificado: Rizpa.
Durante el reinado de David, una hambruna devastadora afectó a Israel durante tres años. Buscando respuestas, David consultó a Dios. A menudo, los problemas en nuestras vidas pueden ser señales de que algo está sin resolver, y es esencial buscar a Dios para entender la causa. Dios reveló a David que la hambruna era consecuencia de un acto injusto cometido por Saúl, quien había matado a los gabaonitas, rompiendo un pacto sagrado. Este pecado del pasado estaba afectando al presente, demostrando que lo que debemos, tenemos que saldarlo.
David se acercó a los gabaonitas para rectificar el error y acordaron que para terminar con la aflicción, siete descendientes de Saúl serían entregados a ellos. Entre estos estaba el trágico destino de los dos hijos de Rizpa, quienes fueron ejecutados públicamente.
Rizpa, enfrentando un dolor inimaginable, protegió los cuerpos de sus hijos y de los otros cinco hombres de los elementos y los animales. Ella extendió una tela de cilicio y permaneció junto a ellos durante 5 meses, un testimonio desgarrador del amor de una madre que no cede ante la adversidad. Su acción no solo refleja su devoción, sino que también movió a David a darles a sus hijos y a los otros un entierro digno. Rizpa, cuyo nombre significa «carbón encendido», demostró una fuerza y una pasión ardiente en su amor maternal.
Su historia nos recuerda los extremos a los que una madre puede llegar por sus hijos. Es la misma fuerza que lleva a una madre a enfrentarse a un cocodrilo para salvar a su hijo, o a soportar golpes en lugar de permitir que caigan sobre sus niños. Este amor no conoce límites.
Como Rizpa, muchas madres hoy día continúan mostrando una resistencia y un amor implacables. Son capaces de llevar a un niño durante nueve meses, de enfrentarse a los dolores del parto, de sacrificar el sueño por la seguridad de sus hijos, y de enfrentarse a cualquier tormenta para aliviar el sufrimiento de sus seres queridos.
Que Dios las bendiga grandemente a todas las mamás, así como ellas bendicen las vidas de aquellos a su alrededor.