El comienzo del fin: Cielos y Tierra nuevos
2 Pedro 1:12, 2 Pedro 1:19
Pedro está hablando de los tiempos finales, donde las tinieblas permean en toda la esfera, en todos los ámbitos donde Satanás quiere dominar. Cuando Pedro habla sobre la palabra profética, se refiere a los tiempos finales.
Hebreos 1:10-12
El escritor de los Hebreos está recitando parte del Salmo 102:25-27. Les habla a los Hebreos que están luchando contra la ley, recordándoles que el Cristo que adoramos es eterno, no es algo creado. Sabemos que Cristo está en la creación con el Padre. Cristo estuvo ahí cuando se dijo «hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza» (Génesis 1:26). El Hijo siempre ha existido.
La historia de esta humanidad tuvo un principio, y el escritor de los Hebreos lo dice en estos tres versículos que leímos. También nosotros solemos decir: «todo principio tiene un fin». La tierra y el cielo que miramos, pisamos y recorremos también tuvieron un principio, y también tendrán un final.
La historia se ha dividido por dispensaciones:
- La Inocencia: período de Adán y Eva.
- La Conciencia: cuando el hombre conoce el pecado.
- El Gobierno Humano: comprende del diluvio hasta la torre de Babel. Después del diluvio, donde el hombre aún tenía un mismo idioma y decidieron construir una torre para llegar hasta el cielo, Dios decidió confundir sus lenguas. Algunos expertos dicen que de ahí nacen los idiomas.
- La Promesa: desde Abraham hasta el éxodo, 430 años en el desierto.
- La Ley: donde se le dio a Israel un conjunto de normas sobre lo que se podía y no se podía hacer, las cuales nadie pudo guardar.
- La Gracia: abarca desde la resurrección de Cristo hasta nuestros días.
- El Reino Milenial: Cuando Cristo comience su reinado de justicia de mil años
Nos está tocando a nosotros vivir en el periodo de la gracia. Si nos hubiera tocado vivir bajo la ley, estaríamos muertos, pues allí, el que la hacía la tenía que pagar. No hubiéramos podido vivir nosotros. Este tiempo de la gracia es hermoso porque tenemos al Espíritu Santo, quien se movía sobre la faz de las aguas (Génesis 1:2). En este tiempo de la gracia se derramó ese poderoso Espíritu Santo. Somos una generación bienaventurada, pues sin ver, estamos creyendo. Todos nuestros actos son actos de fe. «Mas el justo por la fe vivirá» (Habacuc 2:4; Romanos 1:17).
Los tiempos que estamos viviendo son más que evidentes de que este mundo está acabando, que estamos llegando a un fin. Esta tierra fructífera y llena de paz, hoy no es la misma. Si usted viaja por carretera podrá ver la devastación de incendios forestales; miles y miles de hectáreas se están quemando en otros países. Nuestras reservas naturales ya están todas quemadas, por eso los calores son tan fuertes.
Usted debe sembrar un árbol en su patio en vez de cortarlos con machete. Siembre un árbol que dé mucha sombra, porque en estos tiempos de calor es necesario. Esto es solamente el principio de dolores (Mateo 24:8).
El escritor de los Hebreos habla sobre el principio de los tiempos. Nosotros reconocemos que Dios es el dueño del cielo y la tierra, debemos cuidar de no contaminar este planeta. No tire basura en la calle, pues vienen las inundaciones y tapan las coladeras. Reconozcamos que este mundo fue creado por Dios (Génesis 1:1).
El escritor dice que Dios es inmutable, es infinito. Nuestra confianza está en un Dios eterno. Hace alusión a que la tierra y el cielo han de envejecer, tal como una prenda de ropa que se desgasta, ellos también están envejeciendo. Y termina diciendo que serán mudados, es decir, cambiados. Luego recalca: «pero tú eres el mismo y tus años no acabarán» (Hebreos 1:12; Salmo 102:27). Nuestro Dios no envejece, hermanos. Él es eterno, sublime, grandioso, inmutable. No tiene principio ni fin, es el Alfa y la Omega (Apocalipsis 1:8). No es un Dios que debes alumbrar para que vea, es un Dios que nos mueve a nosotros.
2 Pedro 3:1-4
El apóstol Pedro les recuerda a la gente que las cosas serán renovadas y que Cristo ha de regresar. La gente se burla de su advenimiento, dicen que ya van tantos años y no viene. Los burladores dicen que perdimos nuestro tiempo. Algunas religiones han dicho que Cristo ya vino, pero que fue desapercibidamente. Cristo dijo que el día y la hora nadie sabe, sino solo su Padre que está en los cielos (Mateo 24:36).
Algunos dicen: «yo creo que Cristo va a tardar, me da tiempo de darle soltura a la carne, de irme al mundo un rato y luego regreso y me arrepiento». Los burladores dicen eso, pero ignoran, dice Pedro, que los cielos y la tierra fueron hechos por Dios y que por Él subsisten. Que en el tiempo de Noé, la tierra fue destruida por agua, pero prometió que ya jamás destruiría la tierra con agua, y selló esa promesa con un arcoíris (Génesis 9:13-15). Y los cielos y la tierra que están ahora, están reservados para el fuego en el día del juicio (2 Pedro 3:7).
Si usted no soporta estos calores que estamos pasando, ¡ay de aquella gente cuando los elementos de la tierra comiencen a arder!
El tiempo para Dios es diferente. Nosotros estamos en el tiempo cronos, que es medible por días, noches y horas. Pero el tiempo kairós es cuando el tiempo en el que se mueve Dios y es eterno. «El Señor no retarda su promesa como algunos la tienen por tardanza» (2 Pedro 3:9). Hermanos, tenemos que vivir como si Cristo fuera a venir hoy. A veces tenemos una vida desordenada, no estamos a cuentas con Dios.
¿Está listo hoy si el Señor viniera esta noche? Dichosos nuestros hermanos que duermen en el Señor, solo están esperando el toque de la final trompeta (1 Tesalonicenses 4:16).
Si usted tiene algo contra alguien, póngase a cuentas. No se confíe, porque el Señor no tarda su promesa, sino que es paciente con nosotros. No quiere que nadie se pierda. Pedro da esta razón por la cual aún Cristo no viene: porque Él es paciente, quiere que todos vengan al arrepentimiento (2 Pedro 3:9).
Dios está alargando el tiempo para que nuestras familias vengan a los pies de Cristo y sean salvos, así como usted. En la figura del diluvio, se salvó toda la familia de Noé, no solo él. Háblele a los miembros de su familia, aunque sean necios.
Pongámonos a cuenta con Dios, porque Él viene pronto, pero vendrá «como ladrón en la noche» (1 Tesalonicenses 5:2). A veces lo leemos superficialmente. Un ladrón no avisa cuando va a venir, nos toma cuando más confiados estamos. Así vendrá el Señor, cuando más confiados estemos. «Cuando se diga paz y tranquilidad, entonces vendrá destrucción repentina» (1 Tesalonicenses 5:3).
¿Está listo para irse con Dios? No sea que no se vayan a ir todos los de esta iglesia, ¿y cómo le haremos? No podremos regresar a buscarlos.
«Sin santidad nadie verá al Señor» (Hebreos 12:14). Hoy se vive un evangelio sin exigencia, donde no se pide santidad, pero el evangelio no cambia, sigue siendo el mismo. Hay cosas que no son negociables. «Sin santidad nadie verá al Señor»
La santidad caracterizó y distinguió a la iglesia primitiva.
No nos enredemos en el materialismo de la vida. Es necesario que la iglesia se consagre, esto no es una opción, es un mandato y una sentencia. Si estoy sucio y lleno de inmundicia, no podré ver a Dios. Guardémonos, hermanos, en santidad.
2 Pedro 3:11-12
Dice que los cielos serán desechos y los elementos quemados. Apocalipsis dice que las estrellas del cielo van a caer como cuando sacudes un árbol (Apocalipsis 6:13).
Pedro era un apóstol, pero también sabía de escatología. ¿Quién le enseñó esto? Es el Espíritu Santo quien se lo reveló, y es precisamente lo que estoy yo recordándoles a ustedes, que este mundo se fundirá.
Los que vivieron bajo las otras dispensaciones creo que nunca imaginaron que habría más dispensaciones, pensaron que era lo último.
2 Pedro 3:13
Pero usted y yo, es decir, nosotros, esperamos cielo nuevo y tierra nueva, donde morará la justicia (Isaías 65:17; Apocalipsis 21:1). En este mundo no hay justicia, el que tiene dinero siempre estará sobre el que no tiene, pero en ese reino venidero no será así, el reino milenial.
2 Pedro 3:14
Estando nosotros en espera de ese cielo nuevo y tierra nueva, debemos procurar con dedicación ser hallados por Él sin mancha, irreprensibles y en paz.
Apocalipsis 21:1-8
Amados hermanos, no hay cosa más segura que esta: habrá cielos y tierra nuevos. Tenemos que consagrarnos y santificarnos. No somos santos aún, pero tenemos la certeza de que la obra que Dios comenzó la ha de perfeccionar (Filipenses 1:6).
Es urgente correr a las aguas bautismales y hacer un compromiso con Dios, porque este mundo está llegando a su fin.
Hoy pude darles una palabra de éxito, de prosperidad, pero es mi deber despertar en ustedes el deseo de buscar más de Dios. Mañana, tarde y noche, acuéstese pensando en Dios.
Dice el Señor: «ciertamente vengo en breve», y la iglesia responde: «sí, ven Señor Jesús» (Apocalipsis 22:20).