El Propósito de la Unción

Entiendo que la unción es un tema que a menudo nos confunde o nos lleva a buscar experiencias sensacionales. Recuerdo mis primeros encuentros con la unción, viendo fenómenos como caídas, risas incontrolables, y manifestaciones sobrenaturales que capturaban la atención y el deseo de muchos en la iglesia. Pero he aprendido que la unción va más allá de estas manifestaciones físicas.
El propósito real de la unción no es simplemente provocar caídas o risas, sino transformar vidas. Me remonta a la antigüedad, donde los pastores ungían a sus ovejas con aceite para protegerlas de parásitos y enfermedades. De manera similar, la unción divina nos protege y nos transforma, impregnando nuestro ser con la naturaleza y el carácter de Dios.
Cuando Jesús fue bautizado y el Espíritu Santo descendió sobre Él, no se detuvo en la experiencia de su bautismo. Fue llevado al desierto, mostrando que la unción conduce a una vida de prueba y victoria, no solo a momentos de éxtasis espiritual.
He observado una tendencia a quedarnos en la experiencia física de la unción, disfrutando de sus efectos inmediatos, pero olvidando su verdadero propósito. La unción no es solo para nuestro disfrute personal, sino para empoderarnos en nuestro testimonio y servicio a Dios. La verdadera unción nos lleva a ser testigos efectivos de Cristo, transformando no solo nuestras vidas sino también las de aquellos a nuestro alrededor.
He visto cómo la unción ha cambiado a personas. Saúl se transformó en un líder, los discípulos que huyeron se convirtieron en valientes proclamadores del Evangelio, y Pedro pasó de negar a Cristo a ser una columna de la Iglesia.
Entonces, ¿Qué unción busco? ¿La que trae sensaciones momentáneas o la que verdaderamente transforma y capacita para la misión divina? Mi corazón anhela esa unción transformadora, que me cambia y me prepara para servir al propósito eterno de Dios.
Hoy, siento que Dios está despertando un hambre y un deseo insaciable por más de su presencia y poder en nuestras vidas, no para satisfacción personal, sino para equiparnos en la gran comisión de llevar su Evangelio a todos los rincones del mundo. Esto es lo que verdaderamente significa estar ungido.