El pueblo que conoce a su Dios
Daniel, quien vivió en el reino de Babilonia, no solo fue testigo de cambios mundiales significativos, sino que también profetizó acerca de eventos futuros, incluyendo el desafiante reinado de Antíoco Epífanes. Este conocimiento profético, derivado de su relación con Dios, le permitió mantenerse firme y actuar con integridad, incluso cuando se enfrentó a la profanación y la opresión.
Antíoco Epífanes, tristemente celebre por su blasfemia contra Dios y su santuario, representa el tipo de adversario que enfrentamos en diversas formas hoy: la tentación de comprometer nuestra fe por conveniencia o miedo. En contraste, los Macabeos se destacaron por su valiente resistencia, un ejemplo vívido de cómo el conocimiento de Dios se traduce en acción decisiva y resistencia contra la opresión.
El Nuevo Testamento advierte sobre la apostasía en los tiempos finales, un tiempo de engaño y rebelión contra la verdad divina, como se refleja en la experiencia de Demas. Su trayectoria, de colaborador fiel a desertor por amor al mundo, sirve como una advertencia para todos los creyentes sobre los peligros de perder el enfoque en Dios y dejarse seducir por las tentaciones temporales.
Conocer a Dios implica una relación profunda y personal con Él, no solo un entendimiento académico o teológico de su naturaleza. Es esta relación la que fortalece a los creyentes para enfrentar y superar las pruebas y tentaciones de la vida. Como Jesús enfatizó en su oración en Getsemaní, conocer verdaderamente a Dios es esencial para nuestra vida espiritual y nuestra capacidad para actuar conforme a su voluntad.
Conocer a Dios personalmente transforma nuestra comprensión de la fe y la espiritualidad. Nos permite no solo resistir las tormentas de la vida, sino también usarlas para elevarnos más alto, como el águila que utiliza la tormenta para ganar altitud. Esta relación nos capacita para enfrentar el pecado, la tentación y la adversidad con una fuerza que trasciende el mero conocimiento intelectual.
En un mundo lleno de desafíos, tentaciones y constantes cambios, conocer a Dios se convierte en la fuente de nuestra fuerza, dirección y propósito. Esta relación profunda y personal es la que nos permite actuar con valentía y santidad, reflejando la naturaleza de Cristo en cada aspecto de nuestra vida.
En este devocional te obsequio mi bosquejo utilizado en la predicación de este mensaje en una iglesia llamada Monte Sinaí.
Texto Bíblico de Referencia: Daniel 11:32 (2da parte) – «… mas el pueblo que conoce a su Dios se esforzará y actuará.»
Introducción:
- Presentación del contexto histórico de Daniel y la confrontación con Antíoco Epífanes.
- Mencionar la valentía de los Macabeos frente a la apostasía.
Desarrollo:
- La Profunda Apostasía:
- Comentar sobre la apostasía prevista en los tiempos finales según 1 Timoteo 4:1.
- Comparación con la apostasía en la época de Antíoco Epífanes y su influencia.
- El Ejemplo de Demas:
- Relatar la transformación de Demas, de colaborador a amante del mundo (2 Timoteo 4:10, Santiago 4:4).
- Analizar cómo la seducción del mundo puede llevar a la enemistad con Dios.
- La Clave: Conocer a Dios:
- Explicar la diferencia entre conocer de Dios y conocer a Dios.
- Destacar la importancia de una relación personal y profunda con Dios (Juan 17:3).
Mensaje Central:
- El conocimiento verdadero de Dios nos capacita para resistir las adversidades, vencer las tentaciones y actuar con valentía y santidad.
Conclusión:
- Exhortar a la congregación a buscar un conocimiento íntimo de Dios para fortalecer su fe, enfrentar desafíos y actuar conforme a Su voluntad.
- Animar a ser como el águila que utiliza la tormenta para elevarse aún más alto en su relación y servicio a Dios.
Invitación al Compromiso:
- Invitar a aquellos que no tienen una relación personal con Dios a acercarse y conocerle más profundamente.
- Animar a los creyentes a renovar su compromiso de conocer a Dios y actuar según Su voluntad en todas las áreas de sus vidas.