La Exclusividad de la Presencia de Dios
En un mundo donde la ostentación y el éxito a menudo se confunden con la bendición divina, la noción de exclusividad en la experiencia de la presencia de Dios plantea un desafío teológico y espiritual significativo, especialmente para los jóvenes en la fe.
La Falsa Pretensión de Exclusividad
La narrativa contemporánea, impulsada por ciertos líderes y congregaciones, sugiere que la presencia de Dios es algo que puede monopolizarse. Esta idea se manifiesta en afirmaciones audaces sobre sentir la presencia de Dios de manera única en ciertas iglesias o eventos, marginando y menospreciando a aquellos que no siguen sus métodos o no poseen sus recursos. Cantares 1:2-4, con su poética expresión del anhelo de cercanía a Dios, contrasta fuertemente con esta actitud, recordándonos que el amor y la presencia divina no están confinados a las estructuras terrenales o humanas.
El diseño del Tabernáculo en Éxodo 25:1-9 revela que, desde el principio, Dios deseaba habitar entre su pueblo, sin restricciones de accesibilidad. Las estructuras del Tabernáculo —el Atrio, el Lugar Santo y el Lugar Santísimo—, aunque servían como barreras físicas, simbolizaban una progresión hacia la santidad y la presencia de Dios. Esto apuntaba hacia un futuro en el que, a través de Cristo, el acceso a la presencia divina se democratizaría completamente.
El Velo Rasgado
La crucifixión de Jesús marcó un parte aguas de esta accesibilidad: el velo del templo se rasgó (Hebreos 10:19-22), simbolizando la eliminación de todas las barreras entre Dios y la humanidad. En Cristo, se nos invita a acercarnos con confianza y sinceridad, no en base a nuestros méritos o logros, sino por la gracia divina.
La Presencia de Dios
Mat 18:20 y Joel 2:28 nos aseguran que la presencia de Dios no está confinada a un lugar o experiencia específica. Dios promete estar con aquellos reunidos en su nombre y derramar su Espíritu sobre toda carne, respectivamente, destacando que su presencia trasciende las limitaciones humanas.
El Espíritu Santo
La actividad del Espíritu Santo, descrita en Juan 3:8 y 1 Reyes 19:11-12, subraya que no podemos controlar o predecir los movimientos de Dios. La presencia divina se manifiesta de maneras inesperadas, a menudo en contraposición a nuestras expectativas o estructuras eclesiásticas.
Experiencias Variadas con Dios
Desde la zarza ardiente de Moisés hasta la visión celestial de Juan, la Biblia está repleta de encuentros diversos con la presencia de Dios, recordándonos que cada experiencia es única y personal. Ninguna iglesia o líder tiene el monopolio de estas experiencias divinas.
La presencia de Dios es un regalo inmerecido y universal, no una posesión exclusiva de ciertos grupos o individuos. Como jóvenes buscando autenticidad y profundidad en nuestra fe, debemos rechazar la noción de exclusividad y acercarnos a Dios con humildad y corazón abierto, permitiendo que su Espíritu nos guíe en un viaje personal y eclesial hacia su presencia eterna.