Espíritu Santo

La Exclusividad de la Presencia de Dios

Escucha más sobre este tema en este episodio de nuestro podcast:

«Venid a las aguas…» – Isaías 55:1

El texto de Isaías 55:1 nos hace una invitación a todos los que estamos sedientos de Dios: «Venid a las aguas…». Este versículo es un llamado poderoso para quienes, a causa de descuidos espirituales, han quedado secos en su relación con Dios. Muchas veces nos conformamos con historias de la gloria pasada, recordando cómo fluíamos en el poder del Espíritu Santo hace años, pero hemos olvidado que la fuente de esa gloria sigue disponible hoy. ¿Cuántas personas conoces que están atadas a viejos recuerdos en lugar de sumergirse en la presencia viva de Dios? Así como el pueblo de Israel, podemos caer en la trampa de acostumbrarnos a la presencia de Dios.

El pueblo de Israel vio prodigios asombrosos: el mar abrirse, agua fluyendo de la roca y sus ropas creciendo con ellos en el desierto. Sin embargo, la rebeldía no se iba de su corazón. Siempre he sostenido que los milagros, por sí solos, no cambian corazones. Una persona puede recibir un gran milagro y, aun así, volver a su vida vieja, alejándose de las cosas de Dios. Lo que transforma al ser humano es vivir bajo una atmósfera de la presencia de Dios, donde Su Espíritu Santo fluye continuamente como un río de aguas vivas (Ezequiel 36:25-27).

No vivamos de glorias pasadas

¿Cuántas veces has escuchado a alguien hablar de cómo Dios se movió en su vida hace años, pero hoy parece estar estancado espiritualmente? Tal vez tú mismo has sentido que tu relación con Dios ya no es la misma y que solo te quedan recuerdos de tiempos en los que sentías su presencia con más intensidad.

Dios no quiere que vivas de lo que experimentaste ayer. Su presencia está viva y disponible hoy. Isaías 55:1 nos recuerda que las aguas del Espíritu Santo siguen fluyendo, y la invitación sigue en pie para todos los que están sedientos de su gloria.

 

Dios no repite experiencias

Muchas veces creemos que Dios solo se manifiesta de cierta manera, o que su presencia solo puede sentirse en ciertos lugares. Pero Dios no trabaja con copias ni fórmulas. Cada vez que Él se revela, lo hace de forma personal e irrepetible.

  • Isaías tuvo una visión del trono celestial y un ángel tocó sus labios con un carbón encendido (Isaías 6:5-7).
  • Moisés vio una zarza ardiente desde donde Dios le habló y le dio un propósito (Éxodo 3:1-12).
  • Juan, en el Apocalipsis, recibió una visión gloriosa de Cristo resucitado (Apocalipsis 1).

Ninguno vivió la misma experiencia. Dios no le habló a Isaías desde una zarza, ni tocó los labios de Moisés con un carbón encendido, ni le dio a Juan la misma visión que a Isaías. ¿Por qué? Porque Dios trata con cada persona de forma única. Él quiere tener un encuentro personal contigo, que marque tu vida de una manera especial y diferente a la de los demás. A veces de copiar la experiencia de otros; tenemos que buscar la nuestra.

El río del Espíritu no es solo para ti

Muchas veces buscamos la presencia de Dios solo para sentirnos bien, para tener una experiencia física, queremos ser llenos de su Espíritu, pero ¿Qué hacemos con lo que Él nos da? Juan 7:38 dice: «El que cree en mí, de su interior correrán ríos de agua viva.» Dios no quiere que solo nos engordemos con su presencia; Él quiere que seamos un canal para bendecir a otros.

En Apocalipsis 22:1-2, el río de Dios fluye desde su trono y trae sanidad a las naciones. Así también, cuando permitimos que Su Espíritu fluya a través de nosotros, podemos sanar, restaurar y transformar vidas. Pero cuidado: si el agua no fluye, se estanca, se vuelve mohosa. Y lo mismo pasa en nuestra vida espiritual: si solo queremos recibir, pero no compartimos, nos volvemos cristianos pasivos y sin impacto genuino, solo sobrevivir una vida cristiana, pero no vivirla, ni disfrutarla.

 

Dios nos llama a aguas profundas

Ezequiel 47:3-5 nos habla de un río en el que el agua llega primero a los tobillos, luego a las rodillas, después a la cintura y finalmente es tan profundo que ya no se puede tocar el suelo. Así es nuestra relación con Dios. Hay quienes:

  • Solo mojan sus pies, buscando a Dios ocasionalmente, solo cuando se acuerdan.
  • Llegan hasta las rodillas, pero aún tienen reservas en las áreas de su vida que deberían entregarle a Dios.
  • Avanzan hasta la cintura, pero siguen queriendo tener el control.
  • Y luego están los que se sumergen por completo en Su presencia, donde ya no gobiernan ellos, sino el Señor.

Dios no quiere que te conformes con lo superficial. Él quiere llevarte a aguas más profundas. Pero eso requiere entrega total. En Hechos 2, cuando el Espíritu Santo descendió en Pentecostés, no fue solo un momento emocionante, sino el inicio de una vida transformada. Los discípulos fueron llenos, pero también salieron a impactar el mundo.

Hoy Dios te hace un llamado claro:

  • Sal de la sequía espiritual en la que pudieras estar estancado por años.
  • No vivas solo de recuerdos del pasado, ya no te atormentes con lo que viviste en el camino de Dios hace muchos años, busca renovar el aceite de tu lámpara.
  • Busca tu propio encuentro con Él, no trates jamás de imitar el ministerio de otro.
  • Deja que Su Espíritu fluya a través de ti, se una persona disponible en todo momento, no pongas más pretextos ni obstáculos.

Apocalipsis 21:6 dice: «Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida.» ¿Tienes sed de Dios? Él está listo para llenarte de su presencia… pero depende de ti si solo mojas tus pies o te sumerges completamente en el río de su Espíritu Santo.

William Velázquez Valenzuela

Amante de la escritura, la educación, la tecnología y su impacto positivo para extender el reino de Dios. Un poco de locutor y otro poco de teólogo.

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