Desarrollo Espiritual

Lo transitorio de nuestra vida

La temporalidad de la vida terrenal contrasta con la promesa de eternidad que encontramos en las sagradas escrituras, y nos desafía a enfocar nuestros esfuerzos en lo que verdaderamente perdura, es decir, las cosas celestiales.

Eclesiastés 1:9 nos recuerda que lo que ha sido es lo que será, y lo que se ha hecho es lo que se hará; no hay nada nuevo bajo el sol. A pesar de esto, tendemos a aferrarnos a lo material como si fuera a permanecer para siempre. Sin embargo, todo lo que es material eventualmente se desvanece. Esta verdad debería orientar nuestros corazones hacia lo que es eterno y lo que verdaderamente vale la pena cultivar en esta vida.

Contrastando con lo efímero de las cosas materiales, lo espiritual ofrece una perspectiva de eternidad. Mateo 6:20 nos insta a hacer tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen. Cuando invertimos tiempo, energía y recursos en nuestra vida espiritual, estamos asegurando un legado que trasciende el tiempo y el espacio.

Uno de los aspectos más significativos que podemos cuidar son nuestras relaciones. 1 Juan 4:7-8 nos exhorta a amarnos unos a otros, porque el amor proviene de Dios. Cuidar nuestras relaciones implica perdonar, servir y amar sin condiciones. Al hacerlo, estamos edificando algo que tiene el potencial de durar eternamente, incluso más allá de nuestra existencia terrenal.

Aplicar esta perspectiva eterna en nuestra vida diaria implica hacer elecciones conscientes sobre cómo y en qué invertimos nuestro tiempo. Gálatas 6:8 nos enseña que el que siembra para su carne, de la carne cosechará corrupción, pero el que siembra para el Espíritu, del Espíritu cosechará vida eterna. Cada decisión, cada acción puede ser una semilla hacia la eternidad.

En conclusión, aunque «nada debajo del sol es eterno», lo que cuidamos con amor, dedicación y un enfoque en Dios siempre tendrá la capacidad de perdurar. Estamos llamados a ser administradores de lo que Dios nos ha dado, no solo buscando el beneficio temporal sino también el eterno. Así, incluso en la transitoriedad de esta vida, podemos dejar una huella permanente para las futuras generaciones.

William Velázquez Valenzuela

Amante de la escritura, la educación, la tecnología y su impacto positivo para extender el reino de Dios. Un poco de locutor y otro poco de teólogo.

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