Piedras Vivas en la Construcción de Dios
cada uno de nosotros representa una piedra vital en la construcción divina que es la Iglesia.

El apóstol Pedro, en 1 Pedro 2:4, destaca a Jesucristo como la piedra angular de nuestra fe. En Mateo 16:13-18, vemos cómo Pedro, al reconocer a Jesús como el Mesías, el Hijo del Dios viviente, devela la revelación que sirve como cimiento para edificar la Iglesia.
En tiempos antiguos, era común que las edificaciones dependieran de una piedra principal que soportaba toda la estructura. Jesucristo es esa piedra angular insustituible en nuestra fe. Nosotros, como cristianos, somos también piedras en esta edificación. Sin embargo, somos piedras vivas, transformadas por el conocimiento y la aceptación de Cristo.
Recuerdo claramente un momento en mi vida en el que me sentí como una «piedra muerta», sin movimiento ni propósito. Pero al conocer a Cristo, mi realidad se transformó. Me convertí en una «piedra viva», con un lugar específico y un propósito dentro de la magnífica obra de Dios.
Para ser piedras vivas y eficaces en la construcción de Dios, debemos empezar por renovar nuestra mente, como nos enseña Romanos 12:2. Esto implica amar desinteresadamente, ser moldeables y estar atentos a la dirección que Dios nos brinda.
Hoy, te invito a reflexionar: ¿Eres una piedra que contribuye a fortalecer la Iglesia o, por el contrario, eres un obstáculo? Busca ser una piedra viva, dispuesta a ser utilizada por Dios para edificar algo hermoso y perdurable.
Oremos juntos para que seamos piedras vivas, maleables y listas para ser utilizadas en la magnífica obra que Dios está realizando en este mundo. Que nuestra participación en Su construcción refleje Su amor, sabiduría y propósito divino.