Estudios

El amor según Dios

Un Noviazgo Cristiano

Cantar de los Cantares 8:4 – “Os conjuro, oh doncellas de Jerusalén, que no despertéis ni hagáis velar al amor, hasta que quiera.”

El noviazgo y las relaciones amorosas son temas que suelen generar muchas preguntas y emociones en los jóvenes. En una sociedad donde el concepto del amor y las relaciones es tan distorsionado, es importante volver a lo que Dios dice acerca del amor, el noviazgo y el matrimonio. A diferencia de lo que el mundo promueve, Dios tiene un plan perfecto para las relaciones, uno que honra tanto a Él como a nosotros.

El amor según Dios no es un simple sentimiento o una emoción pasajera, sino un compromiso profundo que refleja la naturaleza de su amor por nosotros. Este estudio bíblico ayudará a los jóvenes a entender cómo deben acercarse a las relaciones y el noviazgo, y cómo vivir de acuerdo con los principios bíblicos en este aspecto de sus vidas.

El noviazgo como preparación, no como entretenimiento

En la cultura actual, el noviazgo a menudo se ve como algo casual o sin propósito. Sin embargo, según los principios bíblicos, el noviazgo debe ser visto como una etapa de preparación para el matrimonio, no como un simple entretenimiento o una etapa de experimentación. 1 Corintios 13:4-5 nos enseña que el verdadero amor es paciente, bondadoso, y no busca lo suyo propio.

El noviazgo no debe ser tomado a la ligera, porque es una relación que puede tener un impacto profundo en nuestras emociones, nuestra mente y nuestro espíritu. Dios quiere que nuestras relaciones reflejen su amor y su verdad. Proverbios 4:23 nos dice: “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida.” Esto significa que debemos cuidar nuestro corazón y no entregarlo de manera imprudente.

Una relación amorosa que honra a Dios debe basarse en principios sólidos, como el respeto, la honestidad, y el deseo de agradar a Dios en todo lo que hacemos. Si el noviazgo no tiene como meta final el matrimonio, es probable que las personas involucradas estén en una relación que podría llevarles a daño emocional o a desviarse del propósito de Dios para sus vidas.

El amor según Dios: Compromiso y sacrificio

El amor verdadero, según Dios, no es solo un sentimiento, sino un compromiso que se demuestra con acciones. 1 Juan 4:19 nos dice: “Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero.” El amor de Dios hacia nosotros es un amor sacrificial, uno que no busca su propio beneficio. De la misma manera, el amor en una relación de noviazgo debe reflejar ese tipo de sacrificio y entrega mutua.

Esto implica que, en lugar de buscar siempre lo que queremos o lo que nos hace sentir bien, buscamos el bienestar de la otra persona y, sobre todo, buscamos agradar a Dios en nuestras decisiones. Efesios 5:25 exhorta a los esposos a amar a sus esposas como Cristo amó a la iglesia y se entregó por ella. Este es el estándar de amor que Dios nos da: un amor que está dispuesto a sacrificarse, que es paciente y que siempre busca lo mejor para la otra persona.

El verdadero amor no es posesivo ni controlador. 1 Corintios 13:7 dice que el amor “todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.” En una relación de noviazgo, esto significa que debemos confiar en Dios y en su tiempo, y no apresurar ni forzar una relación solo por nuestros deseos o necesidades emocionales.

Poniendo límites en el noviazgo

Uno de los aspectos más importantes para los jóvenes en una relación de noviazgo es la necesidad de establecer límites claros. Estos límites no son para limitar el amor, sino para protegerlo y honrar a Dios. 1 Tesalonicenses 4:3 nos enseña: “Pues la voluntad de Dios es vuestra santificación; que os apartéis de fornicación.”

Los límites en una relación amorosa son cruciales para evitar caer en tentaciones sexuales. La pureza es uno de los regalos más preciosos que podemos dar a nuestra futura pareja, y honrar a Dios con nuestro cuerpo es una forma de adoración. Romanos 12:1 nos insta a presentar nuestro cuerpo como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios.

Es fácil dejarse llevar por las emociones y la atracción física en una relación, pero Dios nos llama a vivir en santidad. Establecer límites claros desde el principio, como evitar estar a solas en lugares que promuevan la tentación o ser responsables en cómo manejamos el contacto físico, nos ayudará a proteger nuestra pureza y a honrar a Dios.

El tiempo de Dios: Esperar con paciencia

Uno de los grandes desafíos para los jóvenes es aprender a esperar el tiempo de Dios. En un mundo que promueve la gratificación inmediata, Dios nos llama a confiar en su tiempo y plan perfectos para nuestras relaciones. Eclesiastés 3:1 nos recuerda que “Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora.”

Esperar el tiempo de Dios para una relación es una muestra de fe y obediencia. No significa que estamos perdiendo oportunidades o que Dios nos está privando de algo bueno. Al contrario, Dios nos ama tanto que quiere darnos lo mejor en el tiempo adecuado. Esperar con paciencia no es fácil, pero nos enseña a depender de Dios y a confiar en que Él conoce nuestros deseos y necesidades mejor que nosotros mismos.

Isaías 40:31 dice: “Pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.” La espera en el Señor renueva nuestras fuerzas y nos prepara para recibir lo que Él tiene para nosotros, incluyendo una relación que honre su nombre y sea para nuestro bien.

El noviazgo y las relaciones amorosas son una parte importante de la vida, pero deben ser vividos según los principios de Dios. El verdadero amor no es impulsado por emociones pasajeras, sino por un compromiso genuino y sacrificial. Dios quiere que nuestras relaciones reflejen su amor y pureza, y eso implica establecer límites claros, esperar su tiempo y honrarlo en cada decisión que tomemos. Un noviazgo que agrada a Dios es aquel que nos acerca más a Él y que nos prepara para una relación que tenga como objetivo el matrimonio y la gloria de Dios.

William Velázquez Valenzuela

Amante de la escritura, la educación, la tecnología y su impacto positivo para extender el reino de Dios. Un poco de locutor y otro poco de teólogo.

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