Fruto del Espíritu vs. Obras de la Carne

Gálatas 5:16-26
Cada día que vivímos en esta tierra nos enfrentamos una batalla interna en nuestra mente. Por un lado, está nuestra nueva naturaleza en Cristo, que nos llama a vivir en santidad en esta tierra; por otro, la carne, con sus deseos y pasiones terrenales, que nos quiere arrastrar en dirección contraria de los propósitos eterno de Dios. La Biblia dice en Gálatas 5:16 :
«Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne.»
En Gálatas 5:17, el apóstol Pablo nos explica que existe una lucha interna en cada uno de nosotros: la carne y el Espíritu se oponen, como si fuésemos personas divididas entre dos fuerzas opuestas. Aunque ya somos nuevas criaturas en Cristo (2 Corintios 5:17), todavía seguimos sintiendo la influencia de una naturaleza pecaminosa que lucha por imponerse en nuestra vida diaria. (Romanos 7:15-23).
Esta doble realidad nos exige una decisión cada día que pasemos en esta tierra: ¿alimentaremos nuestra carne o fortaleceremos nuestro espíritu?
Las Obras de la Carne
El apostol Pablo detalla en Gálatas 5:19-21 las consecuencias de que vivamos bajo la influencia de la carne. Entre estas obras se encuentran comportamientos que afectan diversas áreas de nuestra vida:
- Área sexual: fornicación, impureza y lascivia.
- Área espiritual: idolatría y hechicería.
- Área relacional: enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones y herejías.
- Área de excesos: envidias, homicidios, borracheras y orgías.
La consecuencia de que cedamos a estas pasiones es bien clarita: una separación de nuestro Dios (Isaías 59:2), un camino hacia la perdición y la destrucción personal y hasta perdición espiritual (Romanos 8:6-8). Imagínate, como un árbol seco, incapaz de dar vida, cuyos frutos se han marchitado por la influencia del pecado.
El Fruto del Espíritu
Por el contrario, Gálatas 5:22-23 nos presenta el fruto del Espíritu, en esta porción de la escritua podemos ver las evidencias de una vida transformada por el amor del Señor. Este fruto no es el resultado de un esfuerzo personal, tampoco aparecen por arte de magia, sino que son la manifestación de una relación viva con Cristo a través de los años, con mucho esfuerzo.
- Amor: un amor desinteresado que da todo sin esperar nada a cambio.
- Gozo: una alegría inexplicable que trasciende las circunstancias temporales.
- Paz: una seguridad que acaba con toda la ansiedad y el temor de esta tierra.
- Paciencia: la capacidad de esperar confiado en el tiempo de Dios.
- Benignidad: una actitud de bondad y consideración hacia las demás personas.
- Bondad: la disposición que tiene una persona para hacer el bien sin buscar recompensa.
- Fe: una confianza inquebrantable en la Palabra de Dios, una certeza sobrenatural de que Dios lo hará sí o sí.
- Mansedumbre: una humildad que nos permite actuar con dominio propio.
- Templanza: el control sobre nuestros impulsos y deseos.
Este fruto se asemeja a un árbol bien arraigado en Cristo, cuyas ramas producen frutos saludables y abundantes (Juan 15:5). Cuando cultivamos estos atributos en nuestra vida cristiana, nuestra corazón se transforma y nos convertímos en un testimonio vivo de la obra redentora de Dios.
Cómo Andar en el Espíritu
No nos basta solo con conocer las diferencias teóricas entre la carne y el Espíritu; nos es necesario vivir de manera intencional, consciente y práctica. Estimando lector, aquí te comparto cinco claves que te van a ayudar a caminar en el Espíritu en esta senda hermosa del evangelio:
- Permanecer en Cristo: Mantén una conexión diaria con Jesús, reconociendo que sin Él nada podemos hacer. no dejes que las cosas de este mundo te absorban y te quiten el tiempo que necesitas para buscar del Señor. (Juan 15:4-5).
- Renovar la mente con la Palabra: Permite que la Biblia transforme tu manera de pensar y de actuar, todos los días de tu vida. Toma tiempo para leer tu Biblia. (Romanos 12:2).
- Orar y depender del Espíritu Santo: Busca la guía y fortaleza del Espíritu en cada decisión que tomes, por muy pequeña que sea, busca la dirección del Padre (Efesios 6:18).
- Alejarte de las influencias que alimentan la carne: Identifica y evita aquello que te aleja de Dios, ya sean malas relaciones, compañías, malos hábitos, o cualquier actividad que no te aporte, que no te edifique. (1 Corintios 6:18).
- Ser intencional en producir fruto: Actúa de manera que tu vida sea un reflejo evidente del carácter de Cristo, que se note que de verdad estás congregandote para ser una mejor persona. (Mateo 7:16-20).
Tómate un momento para reflexionar mientras estas leyendo este artículo: ¿Qué frutos del Espíritu son evidentes en tu vida, esos que se notan a leguas? ¿En qué áreas sientes que tu carne sigue teniendo influencia entera? Hagamos un compromiso personal para entregar esas áreas a Dios y permitir que Su Espíritu transforme nuestros corazones, ciertamente aun nos falta mucho por recorrer, pero estamos en el mejor camino, tomamos la mejor decisión de seguir a Cristo, de entregarle TODA nuestra vida a Él.