Desarrollo Espiritual

El Origen de la Vida y la Intervención Divina

Gracias a ti que has abierto este devocional, donde quiera que nos leas, quiero escribirte sobre un tema fundamental para el fortalecimiento de tu conocimiento en los asuntos de Dios: El origen de la vida. Espero en Dios, que pueda ayudarte a comprender cómo la vida no es un accidente del cosmos, sino una creación intencionada de nuestro Dios.

La ciencia ha propuesto varias teorías sobre cómo comenzó la vida en la Tierra. Una de las más conocidas, y que seguramente recordarás de la escuela, es la teoría de la evolución de Carlos Darwin, que sugiere que todas las especies evolucionaron a partir de un ancestro común mediante un proceso llamado selección natura, dando prioridad la naturaleza a las especies más fuertes. Otra teoría es la Abiogénesis, que plantea que la vida surgió de materia no viviente a través de procesos químicos naturales. También está la Panspermia, que sugiere que la vida llegó a la Tierra desde el espacio exterior en algún meteorito o cuerpo celeste que chocó con la tierra hace millones de años.

Cada una de estas teorías intenta explicar el «cómo» de la vida, pero ninguna aborda el «por qué». Aquí es donde nuestra fe entra en el terreno de juego.

La Teoría Creacionista

La teoría creacionista, basada en las escrituras, sostiene que la vida es resultado de la intervención directa de Dios. En Génesis 1:1 leemos: «En el principio creó Dios los cielos y la tierra». Este versículo establece que Dios es el autor de toda creación. La complejidad y el diseño que observamos en la naturaleza son evidencias de un Creador inteligente, sería muy pretencioso creer que todo fue producto de una casualidad, hay demasiada complejidad en la creación.

Un ejemplo es el ADN, la molécula que lleva nuestro código genético. El ADN es increíblemente complejo y actúa como un manual de instrucciones para nuestras células. Esta complejidad es difícil de explicar por mera casualidad y sugiere un diseño intencional de un ser pensante, que está fuera de este plano existencial.

Además, conceptos como la irreductible complejidad, que se refiere a sistemas biológicos que no pueden funcionar si se eliminan componentes esenciales, apuntan a la idea de un diseño coherente y perfecto. Ejemplos poco conocidos como el flagelo bacteriano son difíciles de explicar por evolución gradual propuesta por Carlos Darwin y son mejor entendidos como productos de una mente diseñadora de un «Artísta Divino»

La fe y la ciencia no están en conflicto. La ciencia nos ayuda a entender los procesos y mecanismos de la vida, mientras que la fe nos proporciona el propósito y el significado detrás de estos procesos. Proverbios 3:19-20 dice: «Jehová con sabiduría fundó la tierra; afirmó los cielos con inteligencia. Con su ciencia los abismos fueron divididos, y destilan rocío los cielos». Este pasaje nos muestra que Dios es la fuente de toda sabiduría y conocimiento.

Saber que somos creados por Dios con un propósito nos da un sentido profundo de valor y misión. No somos el resultado de accidentes cósmicos, ni accidentes ancestrales, sino obras maestras diseñadas por un sublime Creador. Efesios 2:10 nos dice: «Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas». Nuestra vida es una respuesta continua al amor de Dios, una oportunidad para vivir de acuerdo con su propósito eterno.

Como creyentes, tenemos la responsabilidad de compartir esta verdad con los demás. Vivimos en un mundo que busca respuestas, y tenemos el privilegio de conocer al Creador. Mateo 5:16 nos dice: «Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos». Utilicemos la ciencia y la fe juntas para mostrar la grandeza de nuestro Dios.

Escucha este devocional en este capítulo de nuestro podcast:

William Velázquez Valenzuela

Amante de la escritura, la educación, la tecnología y su impacto positivo para extender el reino de Dios. Un poco de locutor y otro poco de teólogo.

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