Avivamientos – Despertando el Fuego de Dios en nuestros corazones
«Si mi pueblo, que lleva mi nombre, se humilla y ora, y me busca, y abandona su mala conducta, yo lo escucharé desde el cielo, perdonaré su pecado y restauraré su tierra.» 2 Cr. 7:14 NVI
En mis primeros 3 y maravillosos meses iniciales con el Señor, una de las imágenes que mi mente relacionaba con la palabra «Avivamiento» eran grandes reuniones de miles de personas, muchos milagros, cultos con mucha danza y gozo. Sin embargo, uno al avanzar en este camino, va entendiendo que el verdadero avivamiento comienza en un lugar mucho más íntimo: en el corazón de cada uno de nosotros como creyentes. Dios no solamente desea traer renovación a tu iglesia local o a una ciudad; Él anhela comenzar ese trabajo primeramente en ti, de manera personal.
El versículo de 2 Crónicas 7:14 nos muestra el camino hacia un avivamiento personal. Este versículo, aunque dirigido originalmente al pueblo de Israel, nos habla también a nosotros hoy en día. Es un llamado claro a la humillación, la oración, la búsqueda de Dios y el arrepentimiento genuino. Estos son, por así decirlo, los ingredientes esenciales para encender el fuego del poder de Dios y un avivamiento en nuestra vida.
- Humillación: El primer paso hacia el avivamiento es reconocer nuestra necesidad de Dios. No podemos experimentar una renovación espiritual si creemos que estamos bien tal como estamos, dando el mínimo factor de esfuerzo en la iglesia y en nuestro ministerio. La humildad nos lleva a reconocer nuestras debilidades, nuestras fallas, y nuestra dependencia total de Dios. Es el acto de postrarnos ante Él, reconociendo que sin su intervención, estamos perdidos, jamás pasaremos de una vida espiritual conformista, sin darte cuenta habrán pasado los años y serás el mismo.
- Oración: La oración es la clave que abre las puertas del cielo. Es en la oración donde nos conectamos con el corazón de nuestro Dios, donde le expresamos nuestro anhelo de estar más cerca de Él. Pero más que pedir cosas, la oración es un tiempo para escuchar su voz, para ser guiados por su Espíritu y para recibir su dirección. La oración ferviente y constante es la llama que mantiene vivo el fuego del avivamiento en nuestra vida, es lo que hará posible tener una vida respaldada por Dios.
- Búsqueda de Dios: No basta con una «oracioncita» ocasional o superficial; Dios nos llama a buscarlo con todo nuestro ser, con todo nuestro corazón, ser amantes de su presencia. Esta búsqueda implica un deseo profundo de conocer a Dios más íntimamente, de entender su voluntad y de vivir de acuerdo con sus principios. Cuando buscamos a Dios con todo nuestro corazón, lo encontramos, y en esa búsqueda, somos transformados, Él jamás se ha de quedar de brazos cruzados ante nuestro ardiente deseo de encontrarnos con su fuego.
- Arrepentimiento: El arrepentimiento no es simplemente sentir remordimiento por el pecado, no es solo llorar el domingo y estar el lunes o martes de nuevo prestos para el mal. Significa dar un giro completo hacia Dios. Es abandonar las prácticas y actitudes que nos alejan de su Espíritu Santo y comprometernos a vivir una vida que refleje su santidad. El arrepentimiento abre el camino para que Dios renueve nuestro corazón, dándonos un nuevo comienzo, escribimos una nueva historia con Él, como el salmista David.
Cuando estos cuatro elementos se encuentran en nuestra vida, el resultado es un avivamiento personal. No es un evento espectacular ni ruidoso, sino un proceso continuo donde cada todos los días somos renovados por el Espíritu Santo. Este avivamiento personal no solo nos afecta a nosotros, sino que también impacta a quienes nos rodean. Es precioso convivir con alguien que tiene síntomas de haber sido renovado por Dios.
Amado lector, ayúdame a hacer esta oración con todo tu corazón: Señor, vengo ante ti con un corazón contrito y humillado, reconociendo mi necesidad de ti. Te suplico que enciendas en mí el fuego de un avivamiento personal. Ayúdame a buscarte con todo mi corazón, como al principio. Anhelo a vivir en oración constante y a arrepentirme de todo aquello que me aleja de tu presencia. Que tu Espíritu Santo me renueve cada día, transforma mi vida para que sea un reflejo de tu amor y santidad, que todos puedan notar el efecto de vivir bajo el fuego de tu Espíritu Santo, hazme un instrumento de avivamiento, Señor, comenzando en mi propio corazón y contagiando a mi iglesia local, en el nombre de Jesús, amén.
Espero en Dios que puedas tomarte un tiempo hoy para estar a solas con Dios. Humíllate ante Él, ora con sinceridad, busca su rostro y permite que Él te guíe en un proceso de arrepentimiento verdadero. Si te sentías alejado, dedica este día a reavivar tu relación con Dios, sabiendo que un avivamiento personal comienza con pequeños pasos.