Desarrollo Espiritual

Superando la frustración en el ministerio

Puedes escuchar más de este tema en este episodio de nuestro podcast:

La frustración nos puede alcanzar a todos los que servimos a Dios, sea cual sea el área en la que te desempeñes: pastor, músico, maestro, evangelista, predicador, líder de jóvenes, niños, damas, etc. Es esa sensación de desánimo profundo cuando, a pesar de nuestros esfuerzos, parece que nada está funcionando como esperábamos. Todos en algún momento podemos sentir que no estamos alcanzando lo que Dios nos ha llamado a hacer, y eso trae consigo agotamiento y desmotivación a nuestro corazón.

La frustración no respeta posición ni jerarquía, no es exclusiva de quienes recién empiezan, ni tampoco de quienes ya llevan mucho tiempo en el servicio al Señor. Todos estamos expuestos a esos momentos de duda y cansancio en nuestro ministerio. ¿Por qué sucede? A veces nuestras expectativas no se cumplen como lo planeamos, o el ritmo de los resultados es más lento de lo que queríamos ver. En esos momentos, el enemigo puede aprovechar para sembrar desánimo, haciendo que cuestionemos hasta el llamado que Dios nos dio, comenzamos a dudar si verdaderamente fue Dios quien me escogió o fue solamente mi emocionalismo.

Síntomas de que la frustración está rondando mi vida

Te hablo desde una perspectiva personal, lo que he atravesado muchas veces en estos 20 años: la desmotivación. Lo que antes era una fuente de gozo ahora se convierte en una rutina pesada. Servir a Dios, que antes te llenaba de alegría, empieza a sentirse como una carga más que como una bendición, cumplimos solo por inercia. Cuando notamos un problema latente en iglesias denominacionales, donde pareciera que para ser tomado en cuenta necesitas de gozar ciertas influencias, llega un cansancio a tu vida, una resignación que genera frustración al darte cuenta que hay un cacicazgo en la estructura organizacional y no vas a avanzar más allá de donde el hombre te ponga una línea.

Otro síntoma común es que nos volvemos críticos. Comenzamos a comparar nuestro ministerio con el de otros, ¿Porqué lo toman en cuenta a él o ella, si yo estoy mejor preparado? nos sentimos insuficientes porque los demás están logrando lo que nosotros no. Esto puede generar una actitud de crítica hacia nuestro propio ministerio y hacia aquellos que nos rodean.

Además, la frustración nos lleva al agotamiento emocional y espiritual. Dejamos de disfrutar el servicio al Señor, y lo que debería ser un tiempo de bendición para otros, con nuestra amargura de espíritu lo convertimos en una fuente de amargura para otros. Nuestras palabras, nuestro ánimo decaído o nuestras quejas pueden afectar a las personas que están bajo nuestro liderazgo, ellos notarán que algo no anda bien con nosotros, ya sea nuestra familia, amigos o congregación. Que Bendición es tratar con un líder que tiene el carácter de Cristo, pero que lamentable es tratar con alguien cuyo carácter está frustrado.

Entregando nuestra frustración a Dios

Pero, ¿Qué podemos hacer cuando la frustración parece haberse apoderado de nosotros y no quiere irse? La clave está en entregar nuestra carga al Señor. En Mateo 11:28, El Maestro nos da una invitación bien clara: «Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso». Esto incluye nuestras frustraciones, nuestros cansancios y nuestras dudas, nuestra baja autoestima ministerial.

Cuando intentamos aliviar con nuestras frustraciones por nuestra cuenta, terminamos agotados. Pero Dios nos invita a confiar plenamente en Él, a reconocer que no estamos solos en este camino, por más que parezca que nadie valora nuestro trabajo, Él sí que lo hace. Simplemente necesitamos volver a lo básico: la intimidad con Dios. En medio del ajetreo del ministerio, a veces olvidamos ese tiempo íntimo con el Señor, ese espacio donde podemos hablarle abiertamente de lo que nos agobia. Nos enfrascamos tanto en la obra de Dios que olvidamos al Dios de la obra.

La comunión con el Padre es ese lugar donde Dios renueva nuestras fuerzas. En 1 Pedro 5:7 se nos dice: «Depositen en Él toda ansiedad, porque Él cuida de ustedes». Y no solo eso, sino que también nos llama a descansar en Su presencia. Dios no quiere que llevemos el peso de nuestra frustración solos, pues nos hacemos daño a nosotros y a quienes dependen ministerialmente de nosotros; Él nos ofrece Su paz y Su dirección en cada paso. No importa si estás comenzando o tienes 50 años de ministerio.

Dios restaura nuestros sueños

Cuando le entregamos nuestras frustraciones a Dios, Él no solo quita nuestras cargas, sino que restaura los sueños que habíamos perdido. La frustración puede haber oscurecido la visión de lo que Dios te llamó a hacer, pero ¡esos sueños no están muertos!. Dios quiere resucitar esos sueños, darles vida nuevamente, que vuelvas a fluir una vez más en tu pasión por Él, que lo ames a Él encima del menosprecio de la gente, encima del desanimo.

Isaías 40:31 nos recuerda que «los que confían en el Señor renovarán sus fuerzas; volarán como las águilas: correrán y no se fatigarán». Dios promete renovar nuestras fuerzas, no solo para soportar la carga del ministerio, sino para volar alto y avanzar hacia lo que Él ha planeado para nosotros, no dejes que el hombre determine hasta donde puedes llegar. Mucha gente esta esperando a ser impactada por tu ministerio, sea cual sea el área a la cual el Padre de Gloria te haya llamado.

Tal vez sientas que tus sueños están estancados o que las dificultades los han enterrado muy profundo. Pero recuerda la historia de José en las escrituras. Él tuvo un sueño dado por Dios, pero antes de que ese sueño se cumpliera, pasó por grandes pruebas: fue vendido por sus hermanos, encarcelado injustamente y olvidado en lo más oscuro de la prisión. Sin embargo, José no dejó que la frustración lo detuviera. Dios cumplió Su plan en el tiempo adecuado, el tiempo de Dios y lo levantó como líder en el antiguo Egipto.

Así que, si hoy sientes que estás en medio de las dificultades que trae consigo el ministerio, no te rindas. Dios sigue escribiendo tu historia, y los sueños que Él te dio, yo te aseguro que no han terminado. Cuando comenzamos nuestro programa radial Buenas Nuevas con Jesús me di un golpe de realidad al ver que nadie es profeta en su propia tierra, intenté que por muchos medios cristianos radiofónicos de mi país escucharan mi contenido y vertieran alguna opinión sobre él, aún mi misma denominación no se dio el tiempo de escucharlo, contacté por muchos medios, todos los habidos y por haber y simplemente no me dieron respuesta, solo me leen pero no ignoran todo mensaje. Hasta que Dios puso personas en mi camino que no son de mi país, ni si quiera de mi denominación y valoraron tremendamente nuestro contenido, hoy por hoy, llegamos a miles y miles de personas en todo Perú, Chile, Argentina y El Salvador, Él es fiel para cumplir Su propósito. Hoy, esas personas que no me conocen, desde grandes ciudades y urbes hasta pequeños pueblos en América Latina, escuchan a través de tantas estaciones de radio afiliadas, cada emisión de nuestro programa, y otras más en nuestras plataformas digitales. Dios ha sido muy bueno.

No todo sucede de inmediato

  1. Busca la dirección de Dios. Proverbios 3:5-6 nos recuerda que debemos confiar en el Señor y no apoyarnos en nuestra propia prudencia. Ora y pídele a Dios que te muestre los pasos correctos que debes dar en tu caminar.
  2. Establece metas claras. Si Dios te ha llamado a servir en un área específica, comienza a organizar tus ideas y haz un plan bien trazado para avanzar. No importa si los pasos parecen pequeños; lo importante es la constancia, que no te quedes estancado.
  3. Rodéate de personas que te apoyen. Tu iglesia cristiana es importantísima para tu vida espiritual y tu ministerio. Eclesiastés 4:9-10 dice que «mejores son dos que uno», porque si uno cae, el otro lo levantará. No camines solo; busca el consejo y el apoyo de otros hermanos en la fe más experimentados que tú.
  4. Sé fiel en lo pequeño. Lucas 16:10 nos enseña que el que es fiel en lo poco también lo será en lo mucho. A veces, la clave para ver nuestros sueños cumplidos está en ser fieles en las pequeñas tareas que Dios nos ha confiado hoy, donde no hay reflectores, donde no hay aplausos.
  5. Confía en que Dios abrirá las puertas. Será frustrante si tratas de forzar tú mismo las oportunidades. Apocalipsis 3:8 nos dice que Dios ha puesto delante de nosotros una puerta abierta que nadie puede cerrar. El tiempo de Dios es perfecto. Será difícil esperar, pero es lo mejor que podemos hacer.

La frustración no es tu final

La frustración es real, pero no tiene la última palabra en nuestras vidas ni en nuestros ministerios. Dios es un Dios de restauración, y los sueños que Él ha puesto en tu corazón no han muerto todavía. Si te sientes cansado, desanimado o frustrado en tu ministerio, vuelve a avivar esa llama de la pasión por Él. Entrega esas muchas cargas a Él, confía en Su fidelidad y deja que renueve tu vida.

Dios no ha terminado contigo, tan solo es un capítulo más en tu vida, una temporada más en la serie de tu vida. Él te llama a retomar tus sueños y a confiar en que, aunque el camino sea largo, Su propósito se cumplirá en tu vida. Como dice en Filipenses 1:6: «Estoy convencido de esto: el que comenzó tan buena obra en ustedes la irá perfeccionando hasta el día de Cristo Jesús». ¡No te rindas! Dios está contigo en tus peores días y también en los mejores días que están por venir.

William Velázquez Valenzuela

Amante de la escritura, la educación, la tecnología y su impacto positivo para extender el reino de Dios. Un poco de locutor y otro poco de teólogo.

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